La dependencia
afectiva o emocional afecta a hombres y mujeres si bien no está
mencionado en el manual de psiquiatría del DSM5, existen ciertos indicadores
que se manifiestan en los individuos que tienden a establecer vínculos de
dependencia tóxicas con parejas o con otras personas. No es frecuente que sean conscientes
del apego patológico aunque lo vivan con angustia y preocupación, porque no
pueden ver las características enfermizas de la relación y el deterioro
emocional en el que están inmersos.
Los codependientes por lo general son éxitosos en algunas
áreas como en el ámbito laboral, social, académico, familiar, suelen ser muy
exigentes con ellos mismos, aspiran a objetivos elevados, las cosas deben ser
como ellos creen que deben ser, son sistemáticos y estructurados, por ello cuando
algo se descarrila de su sistema de organización, lo viven con mucha ansiedad y
gran malestar. En sus vínculos sociales son complacientes y abnegados, siempre
están predispuestos a satisfacer las necesidades de los demás, sobreadaptandose
pasivamente a diversas situaciones, aún a aquellas que comienzan a dejar de
tenerlo en cuenta, no logran advertir que en este esfuerzo que se vive como
natural, van desestimando sus propios espacios personales, sus necesidades
vitales y afectivas más profundas. Parecen acostumbrados a una “rutina de dar y estar para los demás”.
Por lo general, sienten que no lo hacen
por obligación, ni por presión sino que lo interpretan como una muestra de
cariño, de amor, que les nace de manera natural y altruista. De lo que no se
dan cuenta es mientras van construyendo esta relación de dependencia, van perdiendo
su auténtica identidad, sin el otro no
son nada. El problema suscita cuando comienzan a aparecer señales de
malestar psíquico y/ o físico, enfermedades, angustia, depresión, ansiedad. Las
preocupaciones giran en torno a la posibilidad de que la persona amada deje de
amarlo/a, deje de estar a su lado, el solo hecho de pensar en el abandono se
vuelve intolerable, desgarrador, aún a pesar de que su entorno trate de convencerlo
de que esa relación no es buena, no hay razón que explique la partida. No
existe nada que pueda convencerlo de que esa relación no puede seguir por los
altos costos que acarrea.
El dilema que se plantea es que el codependiente no puede dejar pero tampoco puede vivir sin
esa relación, de manera tal que el
dependiente termina adaptándose y moldeándose de acuerdo a lo que cree que el
otro espera de él. Digo cree en el sentido de ilusión, al pensar que da todo a
cambio de nada o de poco con tal de retener el amor de manera obstinada. En
esta relación el dependiente no puede ser él mismo, no cuenta con recursos
personales, no logra limitar las conductas de abuso, de maltrato y no puede
comprender por qué no puede dejar de sentir culpa si se atreve a dejar de
ofrecer su disposición incondicional, se siente obligado a cumplir a ayudar
perdiendo de vista que en esta intensión deja de amarse y cuidarse a sí mismo.
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