La vergüenza es una de las emociones
que las personas pueden describir ante determinadas situaciones vividas con nerviosismo,
inquietud, y una mezcla de sentimientos como el enojo y la tristeza. Si bien es
una emoción frecuente y esperable, en situaciones nuevas, cobra real
significatividad cuando la persona identifica una exacerbación de los síntomas
fisiológicos que experimenta (sonrojamiento, temblor, titubeo al hablar,
bloqueo) debido a que interpretan la realidad como un verdadero riesgo para sí mismo.
La vergüenza se asocia con el
deshonor, la desgracia o la reprobación. Asociada a la timidez representa un
temor frente a la idea de ser observado y/o evaluado. Si bien no necesariamente
representa un problema sino un tiempo previo necesario ante situaciones nuevas para
dar paso al desarrollo de la confianza en el otro, existen factores que dificultan
comprender y discriminar las situaciones en las que afecta al desarrollo de
habilidades sociales para el establecimiento de relaciones satisfactorias y
gratificantes en los diferentes ámbitos.
El filósofo Emmanuel Kant afirmaba
que la vergüenza es heterónoma, es decir, una acción que esta por fuera del
dominio del individuo, considerando a esta acción como no moral, no es el
individuo propiamente quien toma sus decisiones sino que son intervenidas. Bajo
este punto de vista no se pueden hacer las cosas con libertad. Lo contrario
sería la autonomía.
Tomando este concepto se puede explicar
la sensación de falta de dominio y control de determinadas situaciones sociales,
(por ejemplo, participar de reuniones, dar charlas o exposiciones en espacios
educativos o laborales, enfrentar el inicio en una posible relación amorosa,
invitar a una mujer a salir, tratar con personas de autoridad, etc.). La
interpretación que se efectúa en ese momento está centrada en lo que los demás
pueden pensar o sentir acerca de él, lo cual va inhibiendo la intención primera
de mostrarse y dejarse ver. De modo tal, que siguiendo el pensamiento Kantiano
no es el individuo quien elige como y cuando iniciar y disfrutar de las interacciones
sociales sino que pareciera que necesita obedecer a las expectativas que cree
debe complacer y ante las que se siente incapaz, de allí, la importancia del
concepto de vergüenza porque representa la humillación y falta de dignidad,
falta de valoración, de sentirse capaz de crear y expresar algo digno de sí.
La dificultad para desarrollar la
autonomía y fortalecer la autoestima puede quedar invisibilizada en actos de escape
y evitación. Muchas personas prefieren perder beneficios y ceder logros antes
que seguir reforzando su sometimiento. Creen haber participado del encuentro
con los demás, pero no estaban con su ser, no logran mostrarse
espontáneamente sino dependiendo de las reacciones de los demás, de esta manera
en este desconocimiento de sutiles mecanismo de evitación el individuo queda
resguardado, sufre pero lo cree natural. El joven adulto, (Por lo general es la edad de
comienzo de la fobia social), se recuerda a si mismo como una persona
“callada”, que estaba en el grupo pero no participaba, que se sentía tranquilo
alejado de los grupos y que esto no representaba un problema real.
Esta modalidad de interactuar produce
un gran sufrimiento y culpa por no logra alcanzar el ideal imaginado. Implica una
pérdida en la capacidad para disfrutar y crear junto a los demás. Durante el tratamiento se evaluará como ha llegado a la situación actual, tomar conciencia y conocer las factores que predisponen a estos comportamientos, ayudan a crear nuevos mecanismo para enfrentar situaciones que brindaran autoconfianza y seguridad.
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