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viernes, 13 de enero de 2012

Acerca del amor y la terapia de pareja






El ser humano tiene una gran facilidad para detectar y conocer todo lo que no le gusta, lo que va en contra de sus valores, de sus creencias, preferencias y muchas veces también sabe a lo que teme. Sin embargo, es muy frecuente que encuentre cierta dificultad para saber que es lo que él mismo desea, la precisión para describir este deseo no suele estar acompañada por la misma capacidad de discernimiento como cuando se trata por ejemplo de reclamar, criticar y señalar los defectos y falencias de los demás.
Durante el tratamiento puede surgir la duda subjetiva, esa parte que puede intranquilizar y molestar, al intentar reflexionar sobre el modo de vincularse, porque ya no logra encontrar gratificación genuina aunque la pareja satisfaga gran parte se sus pedidos. Comienza a surgir el malestar ante esa incertidumbre, y desconcierto por un amor hasta entonces indudable. Los interrogantes se pueden expresar del siguiente modo: “Si estoy acá es por algo, algún sentimiento tengo”, “la extraño tanto y creo que es por eso que la amo”, “me falta, no puedo vivir sin ella, aunque no se si esto que siento es amor o solo pasión” “lo amaba tanto, mi vida estaba hecha… no se lo que paso”.
Estas frases tomadas de material clínico, señalan un momento de duda, de preocupación, de extrañamiento de uno mismo y a pesar de los reclamos, quejas, rencores y discusiones adviene la conmoción frente a lo que hasta ese momento se vivía naturalmente.
Las maneras de amar y lo que espera un hombre o una mujer del otro difieren, y llegar a entender y comprenderlas puede constituir para muchos una tarea muy difícil.
Insiste el anhelo porque el otro se doblegue y haga y me de lo que tanto creo que daría solución al conflicto vincular. Se suele escuchar:
“Quisiera que deje de ocuparse tanto de sus amigos, de su trabajo y me valore más, que disfrute de estar conmigo” “Quisiera que entienda mi necesidad de estar con mis hijos… que madure”. De esta manera la pareja queda entrampada en un callejón sin salida pensando y sosteniendo una batalla infinita por el poder y la razón.
Comenzar a dudar de uno mismo es el primer paso dirigido hacia una nueva posibilidad, dudar acerca de que es amar, de si estoy seguro de mi manera de vivir y encontrarse con la idea de que el amor es ambivalente y no por ello está inexorablemente ligado al sufrimiento, reflexionar sobre su diversidad, sobre el extrañamiento del otro, comprender que siempre existirá la incertidumbre paradójicamente es lo que empuja al deseo, pero no como aquello que debe faltar para conquistarlo o retenerlo sino como aspiración en potencia activa en la construcción de un proyecto de vida legítimo para la pareja.

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