Licenciada Jazmín Martínez:
Las
representaciones sociales de la adicción
La
palabra adicto proviene del término latín “adicctus”
que refiere a la expresión “apegado o adherido” a algo o alguien. En cuanto a
la definición de adicción que se utiliza desde la etimología, se piensa como la
imposibilidad de poner en palabras la angustia o el malestar que siente la
persona y como consecuencia lo tapa con consumo.
Es
decir, la adicción se piensa desde aquel momento en el que la conducta de
consumo se ha vuelto incontrolable en esa persona. Haciéndose presente la
dependencia a nivel psíquico donde “la vida no tiene sentido sin drogas”, “sin consumo se aburre”; más allá de la
dependencia a nivel orgánico que le pueda generar la droga ya que no todas
provocan esta última.
Más
allá del paso del tiempo que lleva a la sociedad a cambiar la perspectiva de
sus pensamientos y por los avances que ocurren a nivel medicinal, tecnológicos
y políticos, hoy en día sigue habiendo una estigmatización con aquellas
personas que atraviesan una adicción. En muchos casos, esa perspectiva sigue
asociada a la ecuación adicto= delincuente, violento o incluso se lo asocia
únicamente a las clases más marginales. Sin embargo en la actualidad puede
visibilizarse que el consumo ha crecido de una manera muy rápida en todas las clases sociales, y si bien
existen casos en las que el delito o la violencia se relacionan con el consumo
no son la mayoría.
Es
importante poder pensar la adicción como un momento que atraviesa una persona -recalco de esta manera que se puede tener un problema de adicción pero eso
no lo etiqueta como ser humano - es una
enfermedad que si bien es considerada crónica puede revertirse bajo ayuda y
tratamiento con la finalidad de tener una mejor calidad de vida, a partir de la
recuperación de la salud y bienestar emocional.
En
estos casos el consumo puede comenzar como momento recreativo o experimental,
donde se piensa que no se corre ningún riesgo y que la situación está
controlada por el sujeto. La dependencia aparece cuando la sustancia acapara la vida de
la persona y solo ocupa su tiempo en consumir o en acciones relacionadas al
consumo como pensar en comprar por ejemplo. Se comienza a entrar en un círculo
vicioso donde el consumo se ve como la escapatoria inmediata a todos los
conflictos externos e incluso internos como el sentirse angustiado. Y es ahí,
en donde frente a la angustia o un malestar que pueda estar pasando la persona
lo trata de solucionar de manera errónea con el consumo, terminando envuelto en
otro malestar. Vaya paradoja!
Por
otro lado, es importante aclarar que hoy en día cuando se habla de dependencia
no se refiere solamente al uso de sustancias legales como el alcohol o el
cigarrillo, ni ilegales como la
marihuana o la cocaína por ejemplo. Estas sustancias y muchas más son un posible
tipo de adicción pero hay otros tipos como a la tecnología, el uso patológico
del celular, al sexo, al trabajo, al juego, a las compras, a internet, etc.
Concretamente
esto puede visibilizarse dentro de un
contexto familiar en el que hay una persona que presenta consumo problemático a
una sustancia ilegal, pero dentro de la misma hay fumadores o personas que no
pueden cortar su relación con el trabajo, etc. ¿Entonces solo en el consumo de
sustancias ilegales está el problema? En ocasiones se piensa que por el solo
hecho de que algo sea legal no trae consecuencias…
Es
por eso que en estos tiempos donde todo tiene que ser inmediato, donde se
piensa que cuanto más rápido son las cosas es mejor, donde todos los objetos
están al alcance de la mano y lo que no existe en horas se inventa, el consumo
está a la orden del día. La cultura y el mercado en el que nos encontramos
inmersos invita a consumir sin frenos, desde comida, ropa, tecnología hasta
drogas. Es entonces que frente al malestar de una persona lo que se invita es a
consumir, ropa, comida, lo que se quiera. Ante el vacío que esa persona puede
sentir se tiene la ilusión de que se podrá compensar con consumo de objetos.
En
tiempos donde todo es inmediato a veces cuesta poder darse tiempo a uno mismo. Qué
mejor que tratar de hacer la diferencia y poder darse su propio espacio y
momentos para conocerse a uno mismo con su angustia y su potencial.
Detenerse
a escucharse es un acto de valentía que
en esta época no todos se atreven a hacer, sin embargo el analista ofrece un
espacio propio en el que el sujeto puede encontrarse con su propio
inconsciente.
Lic. Jazmín Martinez
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